La Habana es un ejercicio permanente de la paciencia, esa virtud de la que carezco pero que aquí, sorprendentemente, acabo por practicarla sin mala cara ni malos modos. Esta mañana estuve seis horas delante de una ventanilla esperando a que me llamaran para renovar mi visado. Fui sin desayunar porque creí que sería un mero […]