Lo excepcional está para compartirlo: este invierno tenemos una oportunidad única para conocer el país de los fiordos desde el país de las rías. Un crucero entre las escarpadas laderas de Noruega, navegando sobre los antiguos valles glaciares inundados. Un escapada a un lugar que parece estar en los límites del tiempo y el espacio. La estación crepuscular se rinde a una luz cambiante y caprichosa, que hace que la imaginación vuele y veamos, entre las brumas, a Hugin y Munin o al mismo Odín acechando sobre la tormenta que cae en las montañas nevadas, en el apagado rumor de las cascadas congeladas, deslizando susurros entre los bosques vestidos con helechos de hielo. Viajamos desde el país de las rías hasta los fiordos: un crucero de invierno por Noruega.
El invierno tiene vida propia en estas tierras escandinavas, que inspiraron a J. R. R. Tolkien para crear su universo mítico; nuestra aventura nos llevará entre los desfiladeros acuáticos, a la sombra de escarpadas montañas, nos adentramos en el gran salón de la niebla, en el palacio de hielo de los antiguos dioses hiperbóreos.
Stavanger, descubriendo la gastronomía noruega
Stavanger debería ser conocida como la capital gastronómica de los fiordos. Nuestra primera parada en Noruega nos lleva hasta el templo de la cocina escandinava, una de las emergentes en Europa. Coom no podía ser de otra manera, el rey es el pescado fresco. Sabores sencillos servidos en raciones épicas. Cenaremos como Ragnar Loðbrók en el restaurante Bolgen & Moi, que ofrece uno de los mejores almuerzos, y con vistas al puerto.
Stavanger está situada al sur del país y es conocida como la capital del petróleo. Sí: escribir sobre la historia de la explotación de hidrocarburos no es nada romántico o entretenido, excepto si estamos en Noruega: la decisión de que los beneficios del negocio fueran redistribuidos entre toda su población cambió el destino del territorio; una tierra de clima severo y tacaña para la agricultura, obligaba a sus habitantes a salir a buscar un futuro, ya fuese a bordo de un drakkar para sembrar el caos y darse al pillaje de costas más prósperas o, luego, a emigrar a América para repoblar el medio oeste. El petróleo dio paso a uno de los países más ricos y avanzados del mundo.
Nuestro crucero nos lleva a Bergen, a unos 200 kilómetros al norte de Stavanger. Una travesía cercana a la costa, entre el silencio de los bosques, nos lleva hasta una ciudad bulliciosa de bares, restaurantes y vida nocturna. Bergen es uno de los símbolos de Noruega; su perfil urbano más conocido es el de casitas de colores de Bryggen, el barrio hanseático donde vivían concentrados más de mil comerciantes alemanes. Los teutones se establecieron a mediados del siglo XIV, cuando la Hansa, el poderoso gremio de comerciantes, se estableció en el puerto de Bergen.
El barrio sufrió muchos incendios, el más importante en 1702. Los miembros de la Hansa tenían prohibido ser padres, pero el castigo por violar esta regla era invitar a cerveza a toda la comunidad. Tampoco podían encender fuego ni siquiera para cocinar, salvo en invierno, para evitar el temido fuego. Entre las poleas y las casas torcidas, encontramos en la actualidad algunos de los restaurantes más recomendables de la ciudad, como el Tracteursted.
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