Desayunando en la calle San Rafael. Centro Habana.

De nuevo desayunamos en la calle de San Rafael, en La Casa de los Batidos, en donde no se despachan batidos, solo  café, cerveza Bucanero y refrescos de Ciego Montero, que es la marca de la fábrica nacional de refrescos y de agua natural de Cuba.  A Nuestro Hombre en La Habana este boliche, que aquí llaman cafetería.  Dice que hacen un buen café y que el bocadillo de jamón , que siempre y en todas partes es jamón cocido, está muy bueno.  Yo paso, no me cuesta quedarme sin desayunar.  Me gusta desayunar dos o tres horas después de haberme levantado.

Calle San Rafael. Centro Habana.

Le espero en la acera haciendo fotos.  En la barra se pide la consumición y se consume en la calle.  Cuando terminas le devuelves el vaso o el envase de lo que hayas bebido.

La cafetería La Casa de los Batidos. C. San Rafael. Centro Habana.

Estamos en el corazón de Centro Habana y es imposible no desenfundar la cámara, incluso en el mismo sitio cada día y a la misma hora.

Calle San Rafael con El Centro Asturiano al fondo. a la derecha el que fue Centro Gallego, La Habana

Nuestro Hombre en La Habana tiene trabajo en la Plaza Vieja.  Le acompaño, seguimos a pie.  El día es espléndido.  Soleado y muy luminoso, sin duda alguna por la ayuda de un mar tan próximo, que devuelve como un espejo La Luz del sol.  Ocurría igual en Vilagarcía de Arousa, en la Vilagarcía de antes, la que tenía mar.  En la de ahora no se encuentra.  Aquella luminosidad le había llamado la atención a Sorolla, a él que captaba también la luz, en su gira pintando España para la Hispanic Society of America.   Hace cinco o seis años estuve en su casa de Madrid, que hoy se mantiene como museo y es una visita muy recomendable y más si uno tiene esa capacidad incierta e imaginativa de conectar con los espíritus, pues seguro que por allí anda el pintor, alguna de sus modelos, algún comprador y parte de la familia.  Cuando estuve me costó irme de esa casa de Martínez Campos.  En su estudio te esperas que en cualquier momento entre el pintor dando palmadas y pidiéndole a la gente que se vaya.  

El antiguo Centro Asturiano desde la calle O´Reilly. La Habana Vieja

Antes de alcanzar la Plaza Vieja nos detuvimos en el que fue El Centro Asturiano, hoy Museo Nacional de Arte, tan solo para echar un ojo a la entrada, enterarnos de los horarios de visita con el hombre que está en la puerta y en leer la gran placa de agradecimiento a los gallegos de Cuba y al Centro Gallego, que les quedaba enfrente, al otro lado del Parque Central.  Les daban las gracias por su ayuda en la construcción de este nuevo edificio y por acogerlos en su sede cuando la de los asturianos se quemó en un incendio. Edificio no tan llamativo como el Centro Gallego, por el emplazamiento, por el tamaño y también porque es de estilo neoclásico que resulta más sobrio y menos llamativo que el neobarroco de los gallegos.

Plaza de Albear y Lara, con El Floridita y el antiguo Centro Asturiano al fondo, Hoy Museo Nacional de arte. La Habana Vieja.

Camino a la Plaza Vieja nos detenemos d nuevo, esta vez en La Casa de África, en la muy concurrid y peatonal  calle Obispo. En la Casa de África se mantiene viva la memoria de la esclavitud en Cuba.  Atrocidad exclusiva de los españoles de Cuba que la mantuvieron hasta finales del XIX, año 1884, cuando en España había sido prohibida cincuenta años antes.  Lástima que esté prohibido hacer fotos.   aunque antes de saber de la prohibición ya había hecho un par.  una de ellas al artículo que publicaba El Diario de La Habana en 1833, en el que se recomienda la lectura de un libro de poesía del primer poeta negro cubano, Lureano Perez y Santa Cruz a quien su cultura “le permitió desafiar las limitaciones y segregación del sistema esclavista”

Noticia del Diario de La Habana. La Casa de África. La Habana Vieja.

Ya en La Plaza Vieja, nos sentamos en una terraza, se celebra un festival infantil en el que unos personajes en zancos bailan para niños con síndrome de Down.  Me sorprende que despidan el saludo inicial con un Dios os bendiga.  Lo comento, dando por hecho que está organizado el acto por alguna institución pública.  Pero Nuestro Hombre en La Habana no me contesta.  Me parecía un saludo nada aconfesional. Al rato me entero que era Cáritas Habana la que está detrás de esta fiesta para niños. Se lodigo a Nuestro Hombre pero sigue ignorándome.  Está enredado en sus asuntos que deben ser muy serios y complicados por como lleva la mañana.

Plaza Vieja. La Habana Vieja.

La plaza está preciosa.  Y desde la terraza de nuestro café disfrutamos la herencia  y la mañana.  La felicidad es esto, me digo.  Y es decirlo y  tengo miedo que esa satisfacción empiece a diluirse.  Me resisto a perder la sensación del momento y me levanto a hacerle fotos a los de los zancos que bailan en la plaza. 

La Plaza Vieja. La Habana Vieja.

Volvemos a casa por la calle Muralla, cruzamos la calle de Bélgica  pasando por delante de la Casa de Rosalía, y la calle Agramonte, y por último el Paseo Martí, pero en la acera, antes de cruzarlo, me doy cuenta de que estoy delante del Hotel Saratoga, me quedo con el dato y sigo.   Cuando estamos andando entre El Capitolio y el Parque de la Fraternidad Americana, ya vemos al fondo la puerta del Barrio Chino.   Se lo digo a Nuestro Hombre en La Habana y me instruye: Ahí empieza el barrio Chino, que es uno de los barrios del municipio de Centro Habana, se calculan que viven 30.000 personas, es el barrio más grande y más antiguo de América Latina. 

Cruzamos la puerta y entramos en la calle Dragones, más adelante nos metemos por la calle Cuchillo, creo, una calle estrecha y corta donde todo son restaurantes chinos, pero no veo un chino.  Solo al final de la calle, hay uno, está sentado junto a otros muchachos, pero es el único oriental.  Hay más de pie, pero ninguno chino.  Tienen carpetas en la mano y están bajo un letrero que publicita una academia.  No es difícil deducir que hacen allí.  Pero me intriga la presencia del chino, ¿también necesitará aprender el mandarín?  Lo comento en alto por si mi acompañante va conectado.  Lo va y me responde:  Pues seguramente, estos chinos no vienen en Air China, son los descendientes de los que los españoles trajeron engañados a trabajar en las plantaciones de azúcar cuando la mano de obra negra empezaba a revolverse.   Más o menos, le dije poniendo ligeramente en duda su mensaje.  Eso, más o menos, me respondió; pero siguió diciendo que habían empezado a llegar a partir de 1874 y que los traían de Estados Unidos haciéndoles creer que seguín en América del Norte.  Al fin y al cabo desde Miami solo hay 90 millas.

Bicitaxis en el Parque del Curita. Barrio Chino. Centro Habana,

Dejamos el barrio chino sin hacer una sola foto a un chino, me dio palo hacerle una foto al único que vi, tuve miedo ofenderle, que se sintiera como un tío raro.  Lo era.  He visto más chinos en cualquier ciudad de España que aquí que tienen todo un barrio chino.

Calle Los Dragones. barrio Chino. Centro Habana

Atravesamos Centro Habana, la caminata nos lleva su tiempo y comemos en una de sus últimas calles antes de entrar en El Vedado.  El local no tiene nombre y dispone tan solo de dos mesas con dos sillas y una mesa con un banco y tres taburetes.  No hay nadie y nos sentamos en la mesa grande.  Escogemos pollo empanado y nos lo traen acompañado de arroz en blanco y ensalada; además, en un cuenco individual nos traen los frijoles para que nos sirvamos a gusto.  Pagamos en pesos cubanos porque es un negocio para cubanos.  Así que intuyo que barato.  No pasaría de cuatro euros la comida al cambio.  Nuestro Hombre se hizo cargo de la cuenta

Vendedor de fruta en la calle Muralla

Desde hace unos años los cubanos pueden darse de alta como Trabajadores por Cuenta Propia y montar su negocio.  Pagan una cantidad pequeña para una futura pensión y un porcentaje muy pequeño de los ingresos como impuesto.  Así han proliferado los negocios de autónomos por todas las calles.  Son establecimientos de todos los tamaños pero son mayoría los de reducidas dimensiones, pequeños locales, incluso llegan a utilizar la propia vivienda, despachando a través de la ventana y si no la tienen, en la misma puerta de la casa, en ese espacio que sirve para todo, de cuarto de estar, habitación, garaje de moto y cafetería o ferretería.  Los hay que no dudan en trabajar en la misma acera, como el zapatero de Centro Habana

Zapatero en la calle Muralla.

La tarde se va en no hacer nada y caminar hasta el Hotel Presidente para sentarme a la sombra de su amplia terraza.   En el camino me encuentro con una pareja de cubanos y aprovechando que voy solo, le pido que me dejen hacerle una foto, se dejan encantados.  Les doy las gracias y nos vamos cada uno por su lado, por un momento dudo si volver atrás para preguntarle si lleva la camiseta con alguna intención.  En el pecho lleva escrito “we don´t care anymore” (ya no nos importa).  Se me habían ocurrido multitud de razones para llevarla en Cuba y escrito en inglés. Pero es suficientemente ambiguo para quedar bien con todos.

 

Pareja en una calle de El Vedado. La Habana.

A la vuelta me detengo, como siempre, en la terraza del Hotel Colina para echarle de nuevo un ojo al wastapp aprovechando que le entra el wifi de la plaza que está al lado.   El servicio  de la terraza es un desastre, te atienden con desgana y desde ayer, unas obras en el comedor, les sirve de disculpa para todo.  Lo utilizan para no traerte lo que pides como para justificar el retraso en atenderte. Me voy pronto

Calle San Lázaro. Centro Habana.

Ya cerca de casa, en la esquina de nuestra Basarrate con San Rafael me encuentro con un grupo de gente haciendo cola frente al comercio de la esquina donde hoy se despachan huevos, los huevos del mes.  Hacen cola en la acera de enfrente para evitar el sol que todavía calienta a estas horas.  Debemos de estar en los 28 o 30 grados.

Huevería en San Rafael. Centro Habana.

Ignorante en todo pregunto quién es el último.  Y un señor amable me responde que él, pero añade, a usted no se los van a vender porque hay que tener cartilla.  Me disculpo y le pregunto cuántos huevos puede comprar por persona.  Cinco al mes, me dice, por 0,15 pesos y después te dan, si los quieres, otros 9 adicionales también al mes al precio de 1,10 pesos. O sea, 14 huevos por 1,25 pesos, al cambio 0,06 €.

Y después de decirme que tenía familiares en Madrid me cuenta el chiste de que corre el peligro de ser detenido por ir con los huevos en la mano.  Debí de reírme poco porque me lo explicó.

Huevería en San Rafael. Centro Habana

Había quedado con nuestro Hombre en la Habana para cenar.  Lo hicimos, le llevé al Biky.  Unos medallones de plátano con bonito y una ensalada.  De postre yo me tomé un helado de vainilla coronado de nata y rociado de caramelo.  Hicimos un ida y vuelta hasta El Malecón y volvimos a casa para dormir.  Ni era tarde ni estaba cansado.  Mi móvil convertía el ajetreo del día en 20.721 pasos, 14,6 kilómetros.

El Floridita, en la Plaza Albear y Lara. La Habana Vieja.
Escalinata de entrada al Museo Nacional de Arte, antiguo Centro asturiano. La Habana Vieja. La Habana
Aparcamiento ante la fachada lateral del Museo Nacional de Arte, antes Centro Asturiano. La Habana
Coche en la calle agravante. La Habana Vieja. La Habana.
Mujer en La Habana Vieja
Cruce la calle Compostela con la calle Obispo. La Habana Vieja.
Tienda de recuerdos en l calle Obispo. La Habana Vieja.
Peluquería en una casa de El Vedado. La Habana.
Despacho de jugos de frutas en El Barrio chino. Centro Habana.
Venta de Cds en elBarrio Chino. Centro Habana.
Hambuerguesería en la Avda. de los Príncipes. La Habana.
La Plaza Vieja. La Habana Vieja.