Maldivas, república del Paraíso
Uno de los 26 atolones de Maldivas

Palacios delicados y playas infinitas; el futuro que llega y el pasado que permanece; la calma y el bullicio, luces de neón y aguas de azul turquesa…El viaje de toda una nueva vida que empieza. Nos vamos de viaje a Japón a Maldivas: una luna de miel asiática.

Una aventura de contrastes, una experiencia única, una mirada nueva. Un periplo romántico para visitar dos mitades de un continente que que es un mundo en sí mismo. Desde Tokio, megalópolis de la vanguardia hasta Kioto, centro del Japón del shogunato y capital cultural del Imperio del Sol Naciente. Veremos urbes interminables que advierten del futuro y palacios tradicionales que se levantan en el medio de parques inmensos llenos de vida. Desde el país nipón, volaremos a Maldivas; isla paradisíaca donde nos encontraremos con el gran tópico: aguas cristalinas, playas de arena finísima blanca y descanso.

Después de meses preparando la ceremonia, de los nervios del día grande, de todas las millas que llevamos hasta ahora, Maldivas nos ofrece maula, buceo, diversión y relax.

 

El bullicio de Tokio

Tokio, el futuro y el pasado al este de Asia

La primera estación de esta aventura por el lejano oriente es Tokio. Una de las visitas indispensables es el templo de Meiji o Meiji Jingū, uno de los santuarios sintoístas más conocidos en el país. El edificio se erigió en honor al emperador Meiji y su esposa, la empreatriz Shoken. Meiji fue el emperador que abrió Japón al extranjero.

El santuario de Meiji terminó de construirse en 1921, poco después del fallecimiento de los emperadores, como señal de agradecimiento al papel que el emperador tuvo durante la llamada Restauración de Meiji. Meiji llegó al trono en 1867 y lideró un movimiento de reforma que cambió para siempre a Japón, hasta convertirlo en lo que es hoy. Bajo su liderazgo, se puso fin al periodo feudal de Edo, domindado por el clan Tokugawa. Japón comenzó a entablar relaciones económicas y sociales hacia Occidente, en especial con los Estados Unidos.

Tras esta inmersión en un entorno natural calmado y en uno de los períodos históricos cruciales de la historia del país, llega un contraste total: una ruta a pie para disfrutar de la arquitectura de Ginza, uno de los barrios más lujosos de Tokio y en el que podemos encontrar las tiendas principales o flagships de muchas marcas de tecnología y moda.

A pesar de que muchos de los establecimientos están orientados hacia un grupo de cconsumo de élite, el barrio es más accesible que hace algunos años. Una ruta nos enseñará alguna de los espacios comerciales más curiosos, y también nos enseñará un paisaje arquitectónico propio de una ciudad futurista. Uno de los edifios más significativos es Tokyu Plaza Ginza, que abrió sus puertas en abril de 2016. El edificio es obra del estudio de arquitectura Nikken Sekkei y se considera la “puerta de entrada” a Ginza.

El Tokyu Plaza Ginza se inspira en la artesanía tradicional de vidrio Edo Kiriko y muestra una fachada tridimensional de cristal que transmite y refleja la luz del sol de manera sorprendente. Junto al Tokyu Plaza Ginza se encuentra el actual edificio Sony Building, diseñado por el arquitecto japonés Yoshinobu Ashihara en 1966 después de que la empresa Sony decidiera ampliar y mejorar su showroom en Ginza en la década de los años 1960.

A pesar del paso de los años, el edificio de Sony ha seguido sorprendiendo a los visitantes en Ginza por su elegancia y por su carácter posmoderno, que obtiene con un aspecto no solo funcional, si no lúdico: las formas del edificio imitan, de alguna manera, a los productos que comercializaba Sony.

 

 

La experiencia de tocar el cielo
Vista del monte Fuji desde Hakone

Hakone, una puerta a la naturaleza

De nuevo viviremos la experiencia de los paisajes naturales de Japón. Hakone es conocido por la abundancia de baños termales naturales u onsen, que brotan en medio de una naturaleza de espectacular belleza, incrustado en el parque nacional de Fuji-Hakone-Izu. Además de unos baños relajantes, podemos conocer el entorno gracias a las buenas y variadas rutas de senderismo que hay, además de ser uno de los sitios desde donde disfrutar de preciosas vistas del monte Fuji.

El santuario Hakone o Hakone Jinja: situado a los pues del monte Hakone y a orillas del lago Ashi, el santuario parece medio escondido entre la naturaleza pero los grandes torii rojos, uno en el lago y otros dos en la calle principal de Moto-Hakone nos ayudarán a localizarlo. Encontraremos un remanso de paz a través de un breve crucero por el lago. El día se completa con la visita al santuario Motomiya, en la cima Komagatake, desde donde hay preciosas vistas del monte y el lago, que alcanzaremos gracias al funicular Komagatake desde Hakone-en (a orillas del lago Ashi).

Nara, el parque de los Ciervos Sagrados

Nara resume el espíritu tradicional de Japón. Un enorme parque natural poblado con algunos de los templos sintoístas más queridos en el país. El sintoísmo es una de las primeras manifestaciones espirituales de Japón, en el que la Naturaleza posee un espíritu propio del que todos los seres participan. El sintoísmo y el budismo, posterior, se adaptaron el uo al otro durante, dando lugar a una espiritualidad japonesa particular.

Es indispensable visitar el templo Todaiji: Comenzamos en la puerta Nandaimon, un gran portón de madera de 20 metros cobijado a ambos lados, como suele ser habitual en este tipo de puertas, por dos guardianes Nio, dos estatuas que junto con la puerta, que data de 1199, son tesoros nacionales.

Parque de los Ciervos Sagrados: El ciervo tebía un papel muy importante en la espiritualidad sintoísta. Eran considerados mensajeros de los dioses y se entendía que estaban en contacto con el universo espiritual. El parque de los Ciervos sagrados está lleno de estos animales, que circulan libremente por sus prados y, a veces, interactúan con los visitantes.

Antes de dirigirnos a Kioto, comenzaremos con una visita al santuario sintoísta de Fushimi Inari o Fushimi Inari Taisha, situado al sur de la ciudad. Es uno de los santuario más de Japón, así como uno de los más antiguos, ya que se usa initerrumpidamente desde el siglo VIII. El santuario Fushimi Inari de Kioto es el principal santuario de los dedicados a la deidad Inari, de los alrededor de 32.000 que existen en Japón que le están dedicados.

Kioto, capital del Japón Imperial

La majestuosa herencia del pasado imperial aún permanece en Kioto. Tras el traslado de la capitalidad a Tokio durante la restauración Meiji (aunque la fecha exacta del traslado de la capital aún es objeto de discusión) Kyoto permaneció como capital cultural de Japón. Sus magníficos palacios albergaron universidades y centros de cultura. Es posible que este uso salvase a la ciudad de los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que el patrimonio que visitaremos es original y no una reconstrucción, como se hicieron en muchos puntos del país.

Los templos de Kinkaku-ji y Ryoan-ji son los dos ejemplos más importantes de la herencia tradicional del país. Kinkaku-Ji también se conoce como Pabellón Dorado, es uno de los atractivos más importantes de Kioto. Muy visitado y lleno de turistas, merece mucho la pena verlo en directo, porque es espectacular. Una visita a Kioto sinj ver el pabellón Dorado es una invitación al arrepentimiento futuro.

Junto al Pabellón, encontramos el templo Ryoan-ji con el jardín zen más famoso del mundo, frente a sus puertas, el paisaje invita a templo budista Sanjūsangendō conocido por sus 10 filas y 50 columnas de 1000 estatuas del Kannon de los mil brazos

Viaje a Maldivas, islas del paraíso

Maldivas es una pequeña república formada por de 26 atolones al suroeste de Sri Lanka, en medio del océano Índico. Y un lugares que entra por méritos propios en la categoría de “paraíso playero”, posiblemente el mejor rincón para estrenar una nueva vida, en lo más parecido al cielo en la tierra.

Tranquilidad, temperaturas cálidas y estables todo el año, todo parece sacado de un paisaje de ensueño. Pequeñas nubes que atraviesan un cielo tan claro e intenso que se refleja en el mar. Azul turquesa en el cielo y la tierra.

Es el momento de descansar y disfrutar. Os proponemos algo que hacer en Maldivas.

Descansad en la playa: el sol calienta, la arena refleja una luz blanca; el agua está a unos deliciosos 27 grados de media, esperando a que os bañeis. Miles de peces de colores habitan sus fondos; junto a la piscina una barra de bar os hidrata lo justo para volver al agua, a la tumbona o al rincón escogido para hacer eso: nada.

Observad la fauna marina: en Maldivas es posible disfrutar de un espectáculo muy particular. Al caer la noche, se proyecta un foco de luz sobre el agua del mar. Atraídos por ella, acuden tiburones y mantarrayas y es posible verlos desde la arena. Un pequeño grupo, apenas una docena, nadan en torno a la luz. Duarnte el día, en ese mismo  lugar podéis bucear a vuestro aire.

Pasear por la isla es explorar:  todo está diseñado para que cualquier paseo ofrezca la sensación de estar en una isla  virgen. A saber dónde se encuentra el resto de la gente. A ciertas horas, a las mismas que decides explorar, la gente casi desaparece y te permite seguir disfrutando de tu viaje, de tu paz, de tu compañía.

Más información

Descubre el itinerario y los precios de esta luna de miel en este enlace.