Atardeceres de ensueño en Sicilia
Atardeceres de ensueño en Sicilia

Sicilia ocupa una lugar especial en los recuerdos que fabricamos a través del cine y la televisión; la realidad, afortunadamente, es más rica, interesante y asombrosa que cualquier película. Viajamos a Sicilia en Semana Santa para vivir días de pasión en el mediterráneo.

La historia de Sicilia, desde que era cuna de las primeras y más prósperas colonias griegas hasta convertirse en el último escenario de la unificación de Italia, se palma en cada pueblo que vemos y en todos los sabores que experimentamos. La herencia de la cultura latina, árabe y normanda se percibe en palacios y comida; el espíritu de las civilizaciones pasadas mantiene su huella en el presente, entre las ruinas de templos griegos, la genialidad de sus iglesias y palacios y el recuerdo de un pueblo humilde y sabio.

 

Taormina. 18 de abril. Abrimos la puerta de Sicilia.

Tras aterrizar en Catania, nos dirigimos hacia el norte. A medida que dejamos atrás bloques de edificios, nos adentramos en un paisaje suave salpicado de adelfas que pintan las colinas con un festivas motas rosas. Frente al mar y sobre la cima del monte Tauro, morado y esmeralda, se asienta Taormina, una de las primeras fundaciones griegas en Sicilia.

Un pequeña villa de apenas 10.000 habitantes que mira hacia un mar transparente. Quizás el espacio urbano que resume su historia es la plaza de Vittorio Emanuelle II. Era un antiguo foro romano donde se asientan el palacio Corvaja, ecléctica construcción con reminiscencias árabes y del gótico catalán, que funcionó como el primer Parlamento de Sicilia; la iglesia de Santa Caterina y la plaza Aprile, balcón al mar y al Etna.

Continuamos hacia a la ciudad de Cefalú donde tenemos que admirar la catedral normanda y los mosaicos árabe-bizantinos antes de seguir hacia Palermo, capital y ciudad más famosa de la isla.

Palermo, 19 Abril

Los hitos palermitanos que no debemos perdernos son el Teatro Massimo, la Catedral, la capilla Palatina y las iglesias vecinas de la Martorana y de San Cataldo; los oratorios de San Lorenzo, del Rosario di San Domenico y del Rosario di Santa Zita.
Además, Palermo es una de las ciudades principales del “street food” mundial junto a Bangkok, Marrakech o Singapur. Es casi obligatorio probar los buffitieri, pequeños tentempiés calientes preparados en puestos callejeros y pensados para comerlos al momento.

Qué comer:

  • Pane e panelle: buñuelos de garbanzos, ideales para vegetarianos).
  • Crocchè: una especie de croquetas de patata, a veces aromatizadas con menta.
  • Quaglie: unas berenjenas cortadas a lo largo.
  • Sfincione: es una pizza una esponjosa y aceitosa con cebolla y queso caciocavallo.
  • Scaccie: una especie de empanadillas.
  • Por la tarde los tentempiés suelen incluir más carne, como las stigghiola a la barbacoa, una especie de embutidos hecho con intestino de cabra relleno de cebolla, queso y perejil.

Hay puestos de comida rápida por toda la ciudad, pero en los mercados se degusta la proximidad cultural entre Palermo y el norte de África. Cada barrio histórico tiene el suyo propio, aunque los más populares son el Mercato della Vucciria, el Mercato di Ballarò –donde muchos palermitanos hacen la compra diaria– y el Mercato del Capo.

Marionetas, la historia viva de Sicilia

Un espectáculo tan antiguo como el teatro marionetas sigue vivo en Palermo. La opera dei pupi, es el entretenimiento tradicional más popular en Sicilia desde que fueron importadas por los españoles en el siglo XVIII. Existen dos tipos de opera dei pupi; la Palermitana, presente en Palermo, Agrigento y Trapani) y la Catanesa, en Catania, Mesina y Siracusa.

Las marionetas están talladas en madera de haya, olivo y limoneros. Tienen una altura de un metro y medio y se mueven gracias a un sistema de articulaciones de alambre. Visten trajes de vivos colores. Los buenos titiriteros son valorados por su capacidad de crear efectos dramáticos y por su velocidad y habilidad a la hora de dirigir las escenas bélicas. Museo Internazionale delle marionette y el Teatro dei Pupi di Mimmo Cuticchio.

Antes de partir de Palermo, visitamos Monreale, donde destaca la catedral, en especial su cúpula. Seguimos hacia Agrigento, lugar en el que se conservan templos casi intactos. El Valle de los templos griegos conserva los Templos de la Concordia, Zeus, Hércules y Juno. Son los templos dóricos mejor conservados que existen fuera de Grecia y seducen a los viajeros desde que Goethe los elogió en el siglo XVIII, sobre todo, el templo de la Concordia, que se conserva casi intacto.

Mosaicos de Sicilia, 20 de abril.

La visita a Piazza Armerina nos depara una maravilla que hay que ver. No se puede solo leer sobre ella o imaginarla. La Villa romana de Casale conserva 3500 metros cuadrados de mosaicos romanos, lo que motivó su declaración como Patrimonio de la Humanidad.

La villa, lujosa ya en su época, fue retiro rural del emperador Maximiano en el siglo III antes de Cristo. Los mosaicos recogen escenas clásicas de la mitología grecolatina: las Diez Muchachas (único en el mundo), el de los doce trabajos de Hércules o los mosaicos que representan grandes cacerías o carreras de cuadrigas en el Circo Máximo de Roma.

Y por fin, llegamos a la gran Siracusa. La parte más antigüa de la ciudad está situada sobre la isla de Ortigia unida por un puente a tierra firme. Se trata de un trazado creado en los tiempos de la colonización griega. Hay que visitar la Catedral y la fuente Arethusa; además cuenta con una espectacular zona arqueológica donde se encuentra el Anfiteatro Romano, la Gruta Cordari y la Oreja de Dionisio, una gran cueva que tiene forma de pabellón auditivo y un gran número de leyendas en su interior desnudo. Dar un paseo nocturno por Ortigia de noche y cenar en alguno de sus restaurantes —los que están cara al mar o los que se esconden en el entramado de calles— es razón suficiente para dormir en Siracusa.

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